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Sin periódicos, pueblo a oscuras


 

La falta de periódicos en el país está causando gravísimos perjuicios a todos los sectores de la población y no menos al gobierno y la economía del país.

Han dejado de circular a nivel nacional unos veinte diarios, algunos de ellos de importancia extraordinaria, lo que está dejando sin trabajo, mesa y techo a obreros, empleados, periodistas, vendedores, publicistas y otros, creando un ejército de desempleados.

Por si fuera poco, también perjudica a la industria y al comercio que no pueden anunciar sus productos y, por tanto, atenta contra el consumo de los artículos que producen y venden, vale decir, paraliza los grandes engranajes de la economía o ya los ha detenido.

Otro efecto de no menor gravedad de la desaparición de periódicos consiste en que la población ha dejado de tener información escrita no perecedera y percibir los sucesos sociales, el acontecer político, cultural, científico, “alimentos” imprescindibles del mundo moderno, deficiencia que contribuye en gran medida a la paralización de la economía en general, ya muy afectada por la cuarentena.

La falta de periódicos es uno de los fundamentos que determina el analfabetismo, ya que todos los niveles sociales dejan de tener acceso a uno de los sistemas que más contribuye a superar ese estado de educación.

La falta de la edición gráfica de diarios afecta, en esa forma, en particular no solo a los trabajadores, empleados y periodistas, sino a toda la población del país. Por lo menos, un millón de personas, sino más, ha quedado sin luz y vive en tinieblas. Peor aún, el pueblo ha quedado sin fuente de conocimientos, ya que en Bolivia los periódicos constituyen el principal medio para acceder a la lectura, ya que no es fácil el acceso a libros y otros mecanismos de instrucción.

Algo muy grave se suma a este desarreglo virulento de la salud pública. Es que el país ha dejado de tener fuentes primarias de conocimiento histórico y no tendrá a dónde acudir para informarse acerca de todo tipo de actividades sociales. Futuras generaciones no contarán con la información histórica de lo ocurrido en estos días, con el riesgo de que el mal se propague por más tiempo por falta de sensibilidad estatal en cuanto a la suerte de los medios de comunicación masiva, como son los periódicos de circulación diaria y para cuya publicación se sacrifican los periodistas, obreros y una legión de personas apasionadas por desarrollar su profesión.

Si bien, en alguna medida, algunas radioemisoras pasan informativos, solo lo hacen alrededor de menos de dos horas al día, con grandes intervalos y deficiencias, pero no cumplen plenamente la misión de los medios escritos. No se debe olvidar que lo escrito queda y las palabras vuelan.

En esa forma, la falta de periódicos, por cualquier causa, es peor que una censura directa que se limita a los medios de oposición. Ya estamos más de un mes en tinieblas y uno de los más perjudicados es el mismo gobierno que en forma involuntaria e indirecta ha contribuido a este estado de cosas.

En esa forma EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, emite su palabra en defensa de los lectores de todos los órganos de comunicación de masas que circulan en el país, afectados por la cuarentena.

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