El drama que vive la humanidad se ha encargado de colocar sobre las cabezas de todos la incógnita: ¿Qué será? ¿Cuáles serán los resultados de lo que se haga? Qué cambios implicará la nueva situación tanto en los países ricos como en los pobres? ¿Cómo se adaptará la humanidad a los cambios que forzosamente vayan a producirse? Finalmente, la pregunta que vale millones: ¿Renunciarán a su soberbia los países poderosos entendiendo que ese pecado capital es el causante de tanto daño que ha sufrido la humanidad y que, nada raro, sea la causa del coronavirus que se padece hoy?
Como parecería que en cualquier sistema político tiene importancia el dinero y, por ende, la banca internacional y la que hay en cada país, la interrogante estaría dirigida a ella, es decir a la banca: ¿Qué hay y qué se piensa en niveles de la banca internacional, especialmente en instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros?
Para muchos escépticos políticos y económicos, la actual crisis es pasajera y sus efectos serán como los gripales. Falsas apreciaciones si se mide todo lo ocurrido hasta ahora en la humanidad durante los últimos cinco meses y, sobre todo, si se calcula –“grosso modo”- lo que pueda sobrevenir en lo inmediato y hasta mediato que no se muestran nada claros ni menos dan lugar a optimismos que nadie en el mundo tiene cuando se pone a sopesar todo lo ocurrido y cuánto podría sobrevenir sobre la humanidad que vive con una especie de “espada de Damocles” sobre sus cabezas.
Es evidente que la banca mundial tendrá que sopesar todo lo ocurrido y prever, siquiera más o menos, qué pueda ocurrir. El caso, pues, no está para hacer simples cábalas sino para pensar seriamente y con la responsabilidad debida entendiendo que el mundo vive en ascuas y no sabe a qué atenerse ni qué podría deducirse de todo lo que ocurre a cada familia que no colige, ni de lejos, qué pérdidas pueda tener, a qué desgracias tendrá que hacer frente y, sobre todo, qué espera a los niños de hoy y de futuras generaciones.
El caso está para meditarlo, sufrirlo y resolverlo con mucho sentido de solidaridad, con honestidad, honradez y responsabilidad.
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