La pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 ha convertido los vagones del metro y los autobuses de Nueva York en lugares peligrosos que las autoridades han pedido se eviten todo lo posible, lo que ha llevado a los residentes de la Gran Manzana a moverse en bicis, ciclomotores o patinetas y que, en el caso del personal médico, se han convertido en una herramienta indispensable.
Hasta ahora, buena parte de los neoyorquinos, que no suelen contar con un vehículo propio, dependían para desplazarse de un sistema de transporte público anticuado, sucio, lento y, sobre todo, abarrotado, una combinación de características que lo convierte en un medio poco aconsejable en los tiempos que corren.