Desde hace muchos años, las Fuerzas Armadas y la Policía han decidido importar los uniformes que utilizan, prenda que, por igual, se encomienda para jefes y oficiales como para la tropa y se lo hace a fábricas que realizan labores semejantes para otros países. Pero la verdad es que en Bolivia hubo la costumbre de encomendar esta confección a costureras bolivianas que mucho antes de la Guerra del Chaco ya tenían a su cargo esta labor, que ha significado proveer de empleo, abaratar costos, utilizar materia prima nacional y dar ocupación permanente a mucha gente.
Las conveniencias político sectarias o de otra índole han obligado a que los directivos de militares y policías encomienden la costura de uniformes, incluidas prendas interiores, a fábricas extranjeras. Esas encomiendas han significado para el país una fuerte erogación de divisas, privar de trabajo a miles de personas y no utilizar materia prima nacional que se fabricaba en buena y gran cantidad por las compañías Said, Forno y Domingo Soligno. Lo extraño es que jamás se dio una explicación sobre las causas que han determinado semejante cambio y han surgido muchas propuestas para realizar una labor que, repetimos, podía efectuarse en el país, tan necesitado de ampliar sus fuentes de producción, creación de empleo y utilización de materia prima que sea producida en el país.
Hace poco tiempo, se habló en círculos oficiales sobre la urgencia de encomendar este trabajo haciendo las licitaciones del caso. Al respecto, corresponde señalar: ¿por qué importar lo que en el país se puede y debe hacer? Hay mucha desocupación, se produce muchas telas de buena calidad y que cubren todos los requerimientos de uniformes. ¿Qué intereses y conveniencias han determinado los cambios para suprimir tan grande fuente de empleo? Cabe recordar que en los años 1930 y siguientes hasta l952, artesanos, modistas y muchas otras personas acudían a la Intendencia de las Fuerzas Armadas para recoger telas, hilos, modelos, etc., para coser ropa interior y uniformes para la tropa y militares de toda graduación. Exactamente lo mismo se hacía con los requerimientos de la Policía y de las Intendencias municipales que requerían uniformes. Un trabajo que tuvo mucho éxito. Cabrían, pues, explicaciones claras y, además, la reposición de la disposición por la que estas labores sean encomendadas en el país, suprimiendo cualquier contrato para hacerlo en naciones que se benefician con un trabajo muy rentable y hasta inconveniente para el sentimiento nacional.
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