Buscando la verdad
En momentos en que la pandemia del Covid-19 hace estragos en el mundo, cuánta indignación causa el oír a cierta gente negar esta realidad que enluta al pueblo boliviano; opinar que lo del coronavirus es montado; que se paga para que aparezcan muertos; que el virus -si existe- solo sale de noche; que ahora se esmeran en “fiscalizar” los recursos que llegan del exterior para combatir este mal (cuando antes no lo hicieron); que hay que hacer las elecciones sí o sí en septiembre, justo cuando el Ministerio de Salud pronostica 130.000 contagiados para ese mes. ¡Cuántas vidas se perderán por el egoísmo o la ignorancia de unos cuantos!
Ignorante es aquel que no tiene acceso al conocimiento, lo que es frecuente en Bolivia en la gente pobre de la que se dice que superó el analfabetismo, pero apenas pueden escribir su nombre, pero si leen algo más que eso no entienden porque son “analfabetos funcionales”, esos de los que los políticos hacen gala considerándolos apenas un número, un objeto para satisfacer sus egoístas apetitos personales.
Frente a tanta infamia, a continuación -sujeto a comprobación- parafraseo un texto que circula por las redes atribuido a Ruy Barbosa de Oliveira (1849–1923), escritor, jurista y político brasileño, que refiriéndose a Napoleón Bonaparte, uno de los mejores estrategas militares, dice que clasificaba a sus soldados en cuatro categorías:1) Los inteligentes con iniciativa; 2) Los inteligentes sin iniciativa; 3) Los ignorantes sin iniciativa; y 4) Los ignorantes con iniciativa.
A los inteligentes con iniciativa, Napoleón los hacía Comandantes Generales, eran sus estrategas. A los inteligentes sin iniciativa, los dejaba como oficiales para recibir órdenes superiores y cumplirlas con toda diligencia. A los ignorantes sin iniciativa, los colocaba en el frente de batalla, como carne de cañón.
¡A los ignorantes con iniciativa, Napoleón los odiaba! Pues: Un ignorante con iniciativa es capaz de hacer enormes barbaridades y luego, disimuladamente, intentar ocultarlo. Este tipo de ignorante hace lo que no debe, habla lo que no corresponde, se mete con quien no debe hacerlo y después dice que no lo sabía. Este ignorante hace perder buenas ideas, buenos proyectos, buenos clientes, buenos administradores, buenos hombres públicos. Así las cosas, los ignorantes con iniciativa son un gran riesgo para el desarrollo y el progreso, porque son demasiado astutos para ocupar cargos sin ninguna idoneidad (cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia).
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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