El gobierno con el mejor de los criterios ha decidido reducir la cantidad de ministerios y, además, suprimir dos embajadas que son totalmente innecesarias. Es una decisión acertada, especialmente por la crisis económica y la necesidad de contar con más dinero para enfrentar las consecuencias del coronavirus que insume cantidades enormes de dinero y esfuerzos humanos. Para nadie es extraño que combatir la epidemia ha resultado para todos los países inmersos en el problema una carga muy pesada y ante la demanda de mayores recursos no hay otro camino que adoptar hasta los más heroicos remedios.
La administración pública del país ha sido incrementada inútil e indebidamente por el anterior gobierno y fue tan solo para disponer de más cargos para su militancia partidista. Tanto para el gobierno como para la colectividad, los rubros de comunicación, deportes y cultura son necesarios y, dentro de las posibilidades, los ministerios a los que se encomendó esas áreas seguirán atendiéndolas y con la debida eficiencia y responsabilidad: suprimir ministerios no quiere decir que se suprime Comunicación, Cultura y Deportes y solamente se les da una nueva ubicación y su atención y responsabilidad pasa a otras carteras de Estado que tienen las condiciones para atenderlas y hasta mejorando la calidad de su atención porque de que funcionen dichos rubros de la administración depende también el éxito de las demás.
Es solamente demagogia que “se pretenda suprimir tres rubros de la vida nacional” y no es verdad porque, repitiendo conceptos, las tres carteras son importantes y necesarias y es exactamente lo que pasará con el caso de dos embajadas --Nicaragua e Irán-- que no precisan embajadores ni personal que atiendan las oficinas porque las relaciones con ambos países continuarán incólumes con la simple diferencia de que no tendrán ni sede ni personal. En otros términos, no hay motivo alguno para creer que se interrumpe relaciones que seguirán vigentes, pero esos presupuestos son absolutamente necesarios para atender programas de salud tan urgentes que seguramente darán a lugar a medidas semejantes en el futuro. Criticar u oponerse a lo hecho no es, pues, otra cosa que demagogia irresponsable.
Muchas veces se ha sostenido la necesidad de que el gobierno observe la mayor austeridad y reducir embajadas y consulados innecesarios, conjuntamente su personal, era de urgencia y así se debería encarar el caso de otras representaciones prescindibles de embajador y personal que insumen partidas importantes de divisas que el país requiere urgentemente. Habrá seguramente otros rubros que el gobierno deberá tomar en cuenta debido a la frondosa burocracia instalada en la administración pública y en el servicio exterior que el país no requiere y que, en momentos de “decisión partidaria”, el gobierno masista decidió tener para acomodar a sus partidarios aun sin que cuenten con la idoneidad y preparación necesarias, para “trabajar como sea”, según expresión del Canciller del momento.
Criticar esta decisión del gobierno es ir contra la corriente que mantiene el pueblo desde hace tiempo, que siempre vio mal que la política partidista aprovecha los medios financieros del Estado para favorecer a su grupo partidario.
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