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¿Por qué se valoriza más la política que el país?


 

Para la mayoría de la comunidad que tendrá acceso a los recintos electorales, existe la certeza de que para los partidos políticos o para quienes los propician, hay una especie de fanatismo por el grupo partidario y no por las cuestiones e intereses permanentes del país. Se muestra claramente como si hubiesen intereses y conveniencias creados alrededor de todo lo que compete “al partido”; lo demás quedaría en plano secundario. Y solamente cuando surgen temas referidos a la nación se hace referencia a los intereses del país, pero, igual, todo supeditado a la tienda partidista que es, parece, la consigna seguida por jefes y militantes como si todo dependiera del partido.

Esta realidad confunde y crea dudas, especialmente en los jóvenes y mucho más en los recientemente inscritos que votarán por primera vez y aún no tienen conciencia de lo que son los partidos políticos en el país. Muy bien circula el criterio ciudadano: para los políticos el país es el medio para satisfacer ambiciones de poder, seguridad económica, celebridad y pasar a la historia; no es el país el fin como debería ser y menos en los que votarán por primera vez, porque no encuentran un candidato acorde con sus inquietudes. Es así que surge la pregunta: ¿Por qué importa más el partido que el país? La respuesta casi invariablemente es “porque todo lo que se hace es por el pueblo”, respuesta nada convincente porque siempre el pueblo ha sido el pretexto o medio para conseguir lo que se quiere. No hay partido de la tendencia que sea que satisfaga las inquietudes de los ciudadanos, porque todos desvían sus respuestas conforme a sus conveniencias circunstanciales, donde lo que menos prima es la verdad.

En estos días, el grave problema creado por el Covid-19 ha determinado que el país se vea ante dificultades financieras, pues no puede disponer el gobierno de dineros de financiamientos porque los componentes del MAS, por instrucciones de su caudillo, han decidido que el Parlamento congele todo lo referido a préstamos; para ellos no hay argumento valedero para hacerles entender que ese dinero es necesario para adquisición de equipos, vituallas y muchos instrumentos y elementos médicos y no aceptan descongelar esos fondos.

Por su parte, los otros partidos en el Parlamento tampoco hacen o dicen algo y se cruzan de brazos ante el boicot ejercido por el masismo que, desde todo punto de vista es desleal, ignorante e irresponsable. Es la prueba terminante de que la política partidista solo ve sus intereses y conveniencias, no importándole la salud del pueblo que atraviesa por momentos cruciales. Otro es el caso de que una alianza del masismo con el terrorismo ha causado en días pasados el incendio de torres de comunicación, perjudicando no solamente al gobierno sino a toda la nación; los partidos se muestran indiferentes ante lo que pasa, pero si de alguna manera se viera afectado alguno de ellos, reaccionarían contra el gobierno o contra quien sea.

¿Cuál es el criterio de la política partidista en relación con el virus que causa tanto dolor y hasta muerte en el país? ¿Por qué demuestran tanta ignorancia e irresponsabilidad ante todo lo que afecta a la nación en su conjunto? ¿Qué se proponen al no descongelar dineros pertenecientes al Estado y que el gobierno precisa disponer para cuestiones de salud? ¿O es que subsiste el interés de disponer de todo dinero como en l4 años de dispendio irresponsable y buscan hacer uso también de los dineros destinados a la salud?

La población está indignada por la conducta del masismo y, por supuesto, por las instrucciones de su caudillo que sigue con la ilusión de retornar al poder, así sea a costa de sacrificar a todo el pueblo porque lo que importa son sus conveniencias y ambiciones. Será preciso, pues, que los partidos políticos que estén en la oposición o no al actual gobierno, recapaciten, que entiendan que lo que hacen es boicotear al país y ellos están obligados a servir a Bolivia, con amor y entrega a las causas sagradas del pueblo y sus urgencias. No pueden ni deben actuar en detrimento de toda la nación. Ellos, como partidos políticos, deben estar al servicio del país y dejar de servirse de él; y de no cambiar sus conductas, lo único que harán es acumular dudas, desconfianza y menosprecio de la ciudadanía.

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