Economía de palabras
La llegada de los medios electrónicos y las redes sociales está ahogando a los medios convencionales, como diarios, canales de Tv e incluso radios.
El alcance de esos medios modernos provocó que la publicidad también los prefiera, dejando a un lado a los medios convencionales.
La circulación de los medios escritos y el alcance de los audiovisuales han disminuido mucho, y con el mismo ritmo se ha ido la publicidad.
Han quebrado varias empresas del periodismo convencional en todo el mundo. Los medios escritos más famosos ofrecen suscripciones casi regaladas, como señal de agonía.
Pero en estos días ha surgido una corriente que podría, para comenzar, devolver a los medios convencionales por lo menos algún flujo de publicidad.
Una campaña mundial contra la difamación que se ha viralizado en los medios electrónicos, comenzando por Facebook, está sacudiendo las arenas de las fuentes más grandes de publicidad.
Coca Cola anuncia que suspenderá, pondrá en pausa, su publicidad en los medios electrónicos durante julio. Un poco antes lo había hecho Uniliver y Verizon. Y luego vinieron otras empresas gigantes.
Por el momento, esto muestra que los medios electrónicos pueden ser usados por sujetos irresponsables para lanzar mensajes de odio, y no tienen control.
Si la ética personal no es un freno, nadie puede detener los mensajes racistas y de odio de sujetos irresponsables.
Los medios convencionales tienen la ventaja, en esta circunstancia, de contar con instancias capaces de evitar la difusión de mensajes irresponsables. No es censura, es solamente aplicar en los medios criterios de racionalidad y decencia.
Expertos en esta materia dicen que 70% de los mensajes que circulan en los medios electrónicos y las redes son reproducciones de noticias o comentarios difundidos en los medios convencionales.
Ahora se está observando que esos mensajes, sacados de medios que aplican criterios civilizados, son pretexto para que los irresponsables lancen difamaciones y ofensas, generalmente desde el anonimato.
En los medios convencionales no existe el anonimato. Si algo se difunde en ellos está respaldado por el director, como dice la Ley de Imprenta, o por el autor, si se ha identificado.
Algunos medios electrónicos se habían convertido en cloacas. Y se prestaron incluso para obscenos fraudes, como el que hizo el candidato Luis Arce Catacora para inflar el número de sus seguidores en Twitter, de donde fue expulsado. Ahora se sabe que el jefe de ese candidato, el cocalero Morales, también hizo fraude en ese mismo portal para incrementar de manera mañosa la cantidad de sus seguidores. Es decir, una verdadera cloaca.
En los diarios convencionales se puede saber, exactamente, cuántas personas han leído un artículo, sin posibilidad de fraude.
En suma, esta crisis muestra que la gente puede tener confianza en los medios convencionales y también muestra que los medios electrónicos que quieran sobrevivir deberán buscar la forma de evitar que las campañas de odio sigan usándolos.
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