A dos fechas del final de la Liga lusa
Como si quisiera dedicárselo a Íker Casillas, el Oporto se ha alzado con su 29º título de la Liga de Portugal y se aproxima al reinado de su gran rival, el Benfica, que acumula 37 campeonatos. A falta de dos jornadas para el final de la competición, se resuelve así el torneo más atípico del país vecino desde que comenzó a disputarse en 1934.
El portero madrileño, cuyo contrato expiró el pasado 30 de junio, no ha podido jugar ni un solo minuto en esta temporada debido al infarto de miocardio que sufrió el 1 de mayo de 2019, pero su recuerdo sobrevolaba el Estadio do Dragao, el mismo en el que acaparó numerosas noches de gloria. Todo un despliegue de mercadotecnia y banderas portistas en las gradas contribuyó a encuadrar el ambiente de fiesta.
Los aficionados portuenses, comandados por el colectivo de fans más activo: los Súper Dragones, se lanzaron inmediatamente a las calles de la ciudad, a orillas de la desembocadura del río Duero y del emblemático puente D. Luis I. El 2-0 ante el Sporting, impulsado por los goles de Danilo y el postrero de Marega, era más que suficiente para destapar el jolgorio popular.
Llevaban desde primera hora de la tarde instalados en la euforia y engalanando el estadio ubicado junto a la zona de Heroísmo, convertido en uno de los tres centros de peregrinación de las celebraciones, con la Ribeira y la Avenida dos Aliados como lugares complementarios.
Toda una marea dominada por el azul y blanco, unos colores mayoritarios en la segunda urbe portuguesa, muy por encima de la cantidad de adeptos que concentra el otro club de los alrededores, el Boavista.
El destino quiso que el desenlace llegase al Estadio do Dragao en el marco de uno de los choques clásicos al otro lado de la frontera: Oporto-Sporting de Lisboa.
A los blanquiazules les bastaba un punto para consagrarse en la cima y hacerse acreedores al trofeo por el que siempre pelean los denominados «tres grandes», pues el Sporting se sitúa en tercer lugar de los más laureados con 18 campeonatos.
La pandemia del coronavirus obligó a suspender los partidos de la competición nacional el pasado 12 de marzo y solo se reanudó la actividad en los terrenos de juego el 4 de junio, sin público y con la novedad de permitir nueve jugadores en el banquillo de los sustitutos, además de ampliarse a cinco los posibles cambios.
Las normas han sido estrictas en este inusual remate de la temporada. De hecho, a lo largo de los últimos 10 encuentros que restaban para cada equipo hasta terminar la Liga del país vecino, no se han utilizado los vestuarios para minimizar riesgos y reducir el contacto entre los jugadores más allá de los lances habituales sobre el césped. Todos ellos han venido entrando en el campo directamente desde sus domicilios, a los cuales regresaban al final de los enfrentamientos.
La traca final en Oporto se lanzó justo cuando la cifra de muertos por la pandemia se situaba en 1.676 en todo el territorio de Portugal desde que se registró el primer caso el pasado 2 de marzo.
Tras decidirse el título de Liga, falta por saber quién será el campeón de Copa. El encuentro lo disputarán, cómo no, el Benfica y el Oporto el próximo 1 de agosto en Coimbra. (ABC.ES)