Juan Del Granado
Tenía 11 años cuando, a fines de 1964, descubrí La Paz desde la ventanilla derecha del tren que desde Cochabamba llegó a la Ceja, y de repente me reveló un inmenso cofre de joyas luminosas. Eran las 7 de la noche y me deslumbró esa visión nocturna de La Paz a los pies del Illimani.
Pero fue a mis V años, en febrero de 1971, cuando empecé a ser paceño. Estaba ingresando al primer año de Derecho en nuestra UMSA y también estaba empezando mi compromiso social y político porque ese mismo año, en agosto, se iniciaba un luctuoso gobierno militar autoritario.
Sin olvidar Jamás la ternura de mi madre y el tesón de mi padre, esencia de mis raíces cochabambinas, hoy después de
50 años soy sin duda un "ch'ukuta" amante del chairo, del Montículo y de la Sagárnaga, porque desde muchacho La Paz me acogió sin reparos. Me hice dirigente universitario entre el bullicio de su gente siempre apurada pero amable; me hice abogado y político entre las callejuelas semi iluminadas de la final Yanacocha, por la Catacora, y entre las casitas de "Vino Tinto" donde teníamos nuestras reuniones clandestinas.
Pero sobre todo me hice paceño durante 10 años cuando fui Alcalde con el cariño y el apoyo Incomparable de paceños y paceñas.
Fue el tiempo de mayor encantamiento con La Paz. La conocí palmo a palmo en sus más de 600 barrios desde "Pantísirca" hasta la "Rinconada", en sus 360 ríos desde el "Thypí Chuto” hasta el "Chojñalarca”, afluentes del Choqueyapu y del Orkojahuira, Barrios y quebradas colmados de mujeres y nombres de inagotable vocación de lucha y de trabajo, que levantaron a La Paz cuando en febrero del 2002 se nos cayó el cielo; que el 2003 salvaron la democracia de los politiqueros: que repletaron con dos millones de almas la Ceja de El Alto porque la "sede no se mueve": que acabaron con la corrupción y reconstruyeron su Alcaldía, al tiempo que "La Paz líder” fue cobrando cuerpo como la ciudad de los Barrios de Verdad, de los Puentes Trillizos”, de los parques y jardines, como la Capitana de Bolivia que hoy está también a la cabeza para cerrar ciclos oscuros y reabrir tiempos de verdadera Libertad y Democracia.
Hace 20 años que vivo detrás del Montículo con mis seres queridos. Los otros 30 los pasé entre Miraflores y San Pedro. Ya tengo dos niet@s paceñ@s -Sol y Gael- y no me imagino los años venideros viviendo en otro lugar que no sea en este enorme cofre de joyas que iluminaron mi primera noche paceña y que alumbraron mi vida para siempre.
¡Viva La Paz!
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