Las secuelas económicas y sociales que nos ha dejado la crisis del Coronavirus, tienen que ser enfrentadas entre todos.
La caída del PIB en Bolivia, en un 5,9%, será la peor de la historia nacional. El mundo espera una caída del 5,2%, lo que implicará “la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita” (BM/06-2020).
Esta dramática realidad hace imperativo trabajar un gran acuerdo nacional por el empleo y la producción, donde participen: empresarios, trabajadores, los 3 niveles de gobierno, las empresas públicas, el sector informal y otros. Todos unidos trabajando por el bien común de la patria, nuestras diferencias políticas tienen que quedar de lado, hay un enemigo mayor.
Es, además, la oportunidad para comenzar la formalización de los informales, a fin de que puedan contribuir con sus impuestos y gozar de la seguridad social de la que carecen. Bolivia tiene la economía informal más grande del mundo, con 62.3%, según el FMI (financialtribune.com 15-07-18).
Todos necesitamos hacer nuestra cuota de sacrificio, ningún sector podrá salir por sí solo de esta coyuntura, la salvación es colectiva. Esta será la única forma de sobrellevar; de la mejor manera, los difíciles momentos que nos depara el futuro.
- Los gobiernos: haciendo sabios planes económicos y sociales, apoyando con recursos frescos, pidiendo apoyo a organismos internacionales y otros.
- Las empresas: Aceptando el reto de la reconstrucción, manteniendo la producción, la estabilidad laboral, y otros.
- Los empleados: aceptando reestructuraciones salariales temporales; especialmente los niveles salariales más altos, aumentando las horas de trabajo y otros.
- La sociedad: comprometiéndose en apoyar la producción nacional, manteniendo la austeridad del gasto, la solidaridad con los más necesitados, el respeto irrestricto a las normas y otros.
A grandes males, grandes remedios. No creo que debiéramos seguir a rajatabla las medidas económicas clásicas, para resolver esta crisis. No debiéramos ser tan estrictos en cuidar las reservas internacionales, la disciplina financiera y fiscal, el endeudamiento público, los fondos de pensiones, el ahorro interno, y otros. Esta es una crisis inédita, que requiere soluciones inéditas.
Finalmente, como pueblo mayoritariamente cristiano, pidamos a Dios que nos envié Su Espíritu Santo, para dar sabiduría a nuestros gobernantes y fortaleza al pueblo. La luz vendrá, después de la noche negra.
jimiortiz@cotas.com.bo
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