Extemporánea idea de golpe militar-policial

Con inusitada insistencia algunos sectores sociales, plataformas y organismos partidarios han salido a las calles demandando que militares y policías protagonicen un “golpe de Estado ¡“militar-policial-campesino! -nada menos, que evite el ascenso a presidencia del candidato ganador Luis Arce Catacora, quien fue favorecido por el voto popular el 18 de octubre del mes pasado.

Esa sugerencia, sin embargo, se ha caído por su propio peso, ya que, en primer lugar, a pesar de su pertinencia, no era correcta y, en segundo término, no tuvo acogida de la población por lo que cayó en saco roto y se fue disolviendo como un terrón de azúcar en una tacita de café. Además, la demanda se planteó cuando se habían realizado elecciones generales con probadas y calificaciones de limpieza y la garantía de observadores internacionales y organizaciones extranjeras y la misma opinión pública local.

La sugerencia golpista tuvo, por tanto, la característica de ser inoportuna porque se realizó cuando no era la oportunidad y después de que había despreciado hacer ese esfuerzo cuando era realmente necesario. Sus propiciadores confundieron pues, un velorio con una fiesta y su propuesta, así, incorrecta, perdió el efecto que creían sus solicitantes.

Por otro lado, el extemporáneo movimiento golpista, inspirado en emociones, lejos de cualquier razonamiento lógico, carente de fuerza propia, espontáneo, sin dirección política ni partidaria, no pudo plantear hacer cumplir sus buenas intenciones con su propia capacidad y posibilidades y debió acudir a solicitar la acción de las Fuerzas Armadas y la Policía, (y nada menos que a los campesinos) organismos que son ajenos a aventuras inspiradas en ilusiones metafísicas.

En todo caso, lo más notable en ese aventurerismo es, además, que su propuesta fue tardía, pues, lo que en realidad debió proponer fue actuar en el momento oportuno o sea hace tres o cuatro meses, cuando las condiciones estaban dadas y la relación de fuerzas les favorecía con amplio margen.

Al presente, ese deseo, que en otras circunstancias, hubiese recibido el apoyo del pueblo y hubiese triunfado, ha caído en el ridículo, ha causado una carcajada homérica de la ciudadanía en general y lo que debe hacer para poner remedio es reflexionar y adoptar nuevas tácticas si es que quiere defenderse de presuntos problemas y, entre otros, pensar dar un salto atrás para dar dos adelante… cuando las condiciones lo permitan.