Discurso político en el contexto social, reflejo de crisis democrática en Bolivia

La crisis democrática que hoy Bolivia vive en la actualidad ya se vaticinó y entrevió años atrás mediante el discurso político demagógico que el expresidente Morales siempre utilizaba como arma y estrategia política para lograr así su hegemonía política basada en el control de las masas populares. Son esas efusivas intervenciones discursivas de desprecio a los gobiernos neoliberales de la derecha boliviana que el exmandatario siempre censuraba ante el pueblo boliviano. Si bien por una parte, ese discurso proselitista se constituyó en un poderoso instrumento de manipulación y convencimiento; pero también, por otra parte representó una auto-aniquilación de seguidores y adeptos; peor aún enraizó el surgimiento de fuertes grupos de choque que adoptaron una posición totalmente antimasista. Se generó así una contundente polarización ideológica, consistente en dos bloques totalmente antidemocráticos (partidarios del MAS y opositores del MAS).

Así esa actitud antidemocrática, del expresidente, la cual siempre se visibilizaba en palabras de llamamiento a la confrontación entre partidos de derecha e izquierda fue uno de los orígenes que causó un terrible daño a la democracia; posteriormente e inevitablemente desde el año 2016 la institucionalidad democrática entró en una crisis progresiva ya que de ser un mecanismo representativo de las colectividades ciudadanas y garantizar la prevalencia de los derechos fundamentales de todas las personas pasó a ser simplemente un instrumento político. Así el Referéndum del 21 de febrero del 2016 fue un mecanismo para consolidar la perpetuidad a la presidencia del entonces mandatario de la nación, Evo Morales; su falso valor democrático de aquel plebiscito quedó al descubierto tras su incumplimiento. De esta manera, anticonstitucional, se profundizó la crisis democrática en el estado boliviano, la cual se tangibilizó, claramente, en fechas posteriores al referéndum del 2016, en marchas sociales de protestas que exigían el respeto a los resultados del referéndum; peor aún, en su estado más crítico rebaso los límites del orden social (peleas entre ciudadanos, bloqueos violentos, marchas por varios puntos de las ciudades del país) tras conocerse de las grandes irregularidades del proceso electoral del 20 de octubre del 2019; así se visibilizó la profunda crisis democrática que repercutió en la renuncia del presidente Evo Morales.

Respecto a esto, posterior a la dimisión del dignatario se hizo más notorio la crisis constitucional y democrática del país, puesto que la polarización mostró la carencia del sentido democrático, la falta de respeto al pensar diferente, más aún mostro la ignorancia de como las personas están sumergidas en un cegado antagonismo.

De esta manera en el Gobierno Transitorio de Jeanine Añez con la persecución política a los exministros del gobierno de Morales y con el ultraje de los conceptos democráticos: libertad de expresión, democracia, derecho de estado, constitucionalidad e institucionalidad se continuó dañando el sistema democrático del país; al estilo del expresidente Morales estos conceptos que constituyen los preceptos fundamentales de la democracia fueron estratégicamente utilizados por el gobierno interino de Añez simplemente como propaganda a su gobierno; es decir, se empleó como simple eslogan publicitario a un gobierno que en la práctica no aplicaba un sistema democrático, en si sólo se encargaba de implantar una política de vedo, censura al partido político del MAS.

Con la misma conducta antidemocrática de Morales, Jeanine Añez manifestaba en sus discursos ese incentivó a la confrontación ciudadana.

Hoy por hoy, esta profunda crisis democrática- representada en la bifurcación de dos bloques totalmente opuestos- continuó siendo vilmente quebrantada por los partidarios políticos opositores al MAS; puesto que los descalificativos peyorativos al exgobierno del MAS tildado por gobierno de régimen dictatorial, gobierno de la corrupción, del despilfarro no cesaron; a tal extremo se lo descalificaba que se lo satanizó y estigmatizó. Las adjetivaciones pasaron de ser críticas a un mal exgobierno mas bien se mostraron como un recurso para desacreditar y eliminar a un fuerte adversario partido político, del cual no se deseaba vuelva a tomar el poder.

Así en el período electoral, los términos de “Unidad” “Voto útil” fueron usados como muletillas dubitativas que demuestran que a los políticos bolivianos no les interesa restaurar la institucionalidad democrática del país; por el contrario, se evidencia que sólo les interesa unir fuerzas antidemocráticas para derrotar al “MAS” partido popular que representa a las clases populares del país; así dañan aún más la quebrantada institucionalidad democrática en Bolivia, puesto que no es democracia destruir un partido político antidemocrático; es decir, no es democrático generar democracia con acciones antidemocráticas.

Se debe entender que crear un bloque de unidad política es generar un único poder político hegemónico, el cual imposibilita la generación de otras fuerzas políticas; con lo que se demuestra el desprecio al disenso con la única aceptación del consenso así se demuestra la aprobación a lo antidemocrático y la censura a lo democrático. En definitiva, en el contexto social boliviano el discurso político pone al descubierto que el político boliviano es el principal agente que va en contra de los principios constitucionales democráticos; su discurso altamente connotativo a sus intereses político partidarios lo conduce a plantear un sentido distorsionado de la conceptualización de “democracia”.

*La autora es Licenciada en Lingüística e Idiomas