Con una Bolivia “partida en dos” por causa de la ideología y la política; a la luz de los graves sucesos que podrían desencadenarse en breve, y queriendo evitar un descalabro, bueno sería dirigirse al Supremo Creador, orar a Él y rogarle:
Que nos dé el entendimiento suficiente para que la situación actual no derive en nuevos enfrentamientos en el país con dolor y muerte.
Que los espíritus de venganza y destrucción sean doblegados por sus ángeles, para evitar la desolación en las ciudades y el campo.
Que Bolivia jamás llegue a ser un Estado fallido que frustre el futuro que queremos para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Que los bolivianos tengamos la capacidad de obrar con amor y aceptarnos los unos a otros en la diversidad, como Él nos aceptó siendo aún pecadores.
Que estemos dispuestos a superar toda diferencia de pensamiento, cultura o color de piel, y nos veamos como seres humanos iguales, tanto ante los ojos de Dios y de la ley.
Que renunciemos al egoísmo que estorba y aprendamos a ser solidarios con nuestro prójimo, principalmente con los más necesitados, sabiendo que nadie está exento de precisar ayuda en un futuro cercano o lejano.
Que tengamos en consideración no solo al letrado, sino también, al ignorante; no solo al potentado sino, igualmente, al desposeído, y no hagamos acepción de personas, recordando que Dios nos amó, tal como éramos.
Que haya en nosotros un espíritu de paz que nos lleve a prosperar en base a la observancia de la ley y sus instituciones.
Que vivamos quieta y reposadamente respetando a las autoridades, confiados en la protección divina frente a cualquier situación o circunstancia que exceda nuestra capacidad de control o entendimiento.
Que aprendamos a vivir honradamente, a ganarnos el pan de cada día honestamente, basándonos en el esfuerzo de tener que trabajar legalmente.
Que la alegría de unos no sea a costa del lamento de otros, entendiendo que “dar” siempre será mejor que “recibir”; que nunca neguemos un apoyo moral o económico, un abrazo, un beso, una palabra de aliento...
Que la esperanza divina nos lleve a esforzarnos y a ser valientes para lograr mejores días, no solo para algunos, sino más bien, para todos.
Que aprendamos a movernos por fe, y no por vista; a vivir en armonía en base a la unidad, no solamente como ciudadanos, antes bien, como hermanos.
Que nuestro corazón se rinda ante Dios y haga su voluntad, sabiendo que un día gobernantes y gobernados irán a juicio, y todo será develado, tanto lo bueno como lo malo…
(*) Pastor
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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