Con mucha razón se sostiene que la educación es el mejor antídoto contra la corrupción porque ciudadanos que han recibido una buena educación y tienen formación cultural bastante sólida, son renuentes a la delincuencia o a cualquier hecho que sea contrario a la moral y a las leyes; son personas con tal acumulo cultural y una educación muy completa en virtudes que han logrado convertirlas en valores y principios capaces de regir toda su vida y, además, ser transmisores de todas esas cualidades que se hacen perdurables por toda la vida.
Revisada muy someramente la historia de los pueblos, se establece claramente que ellos han alcanzado desarrollarse y progresar solamente mediante el incremento y mejora de su educación; sin haber alcanzado ciertos límites de progresivo crecimiento seguirían postergados en sitios estancados y baste el ejemplo de los diferentes pueblos de EEUU, cuyos primeros colonos llegados de la vieja Europa tenían educación bajísima, que fueron incrementando por propio esfuerzo con la guía y profesionalidad de los sobresalientes que actuaron decididamente en la superación educativa y cultural de los pueblos que, logrados determinados límites, se han incorporado a grupos cada vez más amplios de gente preparada para enfrentar desafíos y emprender el desarrollo y progreso.
Lo contrario ocurrió con pueblos que se estancaron y paralizaron con lo poco adquirido en educación y cultura, porque lo poco aprendido apenas les alcanzó para hacer frente a retos del momento; todos ellos, inmersos en un Cuarto Mundo pleno de pobreza, dependencia y necesitado de ayudas o socorros de poseedores de riqueza y bienes, se hicieron dependientes de tecnologías y asesoramiento de los que sabían y podían más. A este grupo que alcanzó un crecimiento rudimentario se lo catalogó como del Segundo Mundo. Luego, países inmersos en un tercer mundo o llamados en vías de desarrollo que se encuentran superando sus niveles de educación y valiéndose por sí mismos, ya semiliberados de las ayudas quedan en situación de precisar tres tipos de ayudas que, en los resultados, son inversiones que reportarán grandes utilidades a los prestatarios: financiera, tecnológica y con profesionales debidamente capacitados que enseñen a aplicar la tecnología y capaciten a personal nativo.
Conforme se produzcan las inversiones en países del Cuarto y Tercer Mundo, todo ese contingente de pueblos pobres en educación y cultura superarán sus conocimientos hasta lograr valerse por sí mismos y pasarán a la condición de socios de los inversionistas por haber superado aquello del dicho chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.
Estos procedimientos darán lugar a conformar grandes emporios de riqueza, capaces de generar producción, empleo y riqueza que luego, muy luego, sean compartidos con los inversionistas que habrán logrado su objetivo de incrementar sus ganancias y haber liberado de la pobreza a muchos pueblos.
Tener conocimiento de estas realidades y aplicarlas en todos los niveles de educación del país, lograrán liberarnos de la ignorancia, la pobreza y de las carencias financieras y tecnológicas.
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