En días recientes, han surgido dudas respecto a la limpieza y transparencia del proceso electoral celebrado el 18 de octubre del presente año en Bolivia. La mayor atención se ha concentrado en el padrón, es decir en la base de datos de las personas inscritas para votar. ¿Por qué? Algunos analistas han observado el crecimiento inusitado del padrón en los últimos años cuando, en particular, se compara las cifras del 2020 con aquellas correspondientes a 2014 y 2015. Estos cuestionamientos han cobrado una relevancia superlativa al haberse conocido que en marzo de este año el Servicio General de Identificación Personal (SEGIP) remitió una nota al Tribunal Supremo Electoral (TSE) solicitando iniciar un trabajo de contrastación masiva del padrón electoral para evitar posibilidades de fraude en 2020, la misma que no habría sido atendida de manera adecuada por el TSE , así como las cartas enviadas por una vocal del TSE al Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en las cuales solicita una auditoría precisamente al padrón electoral .
A continuación, presento algunos hallazgos concretos que justificarían la necesidad de avanzar cuanto antes hacia la solución de este problema que habría empañado el reciente acto electoral, generando múltiples reclamos de parte de diversos sectores de la sociedad boliviana.
Antes de empezar, conviene establecer algunos criterios que nos permitan conceptualizar el tema y explicar los datos mostrados en el Cuadro 1. En primer lugar, la información del padrón correspondiente a los cinco últimos eventos electorales se puede comparar con los datos respectivos de población de entre 18 y 80+ años en el entendido de que las cifras del padrón no podrían ser superiores a las de la población en edad de votar. En segundo lugar, los votos emitidos de los diferentes actos electorales en los últimos seis años se pueden comparar con los datos de población entre 18 y 70 años debido a que, según la norma electoral vigente en Bolivia, el voto es obligatorio solamente hasta los 70 años de edad.
Dicho esto, pasemos a ver los datos. Empecemos por el padrón. Algo que salta a la vista es que en 2019 el padrón fue superior a la población en edad de votar proyectada por el INE y que en 2020 el padrón se aproximó a la población en edad de votar mucho más que en el caso de 2016, 2015 y 2014. ¿Qué significa esto?
Antes de responder a esta pregunta, necesitamos saber si tiene sentido que el padrón esté compuesto por toda la población en edad de votar incluyendo a personas con más de 70 años de edad, quienes ni siquiera están obligadas a ejercer su derecho a elegir. Como está claro que eso está fuera de toda lógica, la respuesta a la anterior pregunta sería que los hallazgos mencionados podrían considerarse indicios serios de la existencia de un padrón artificialmente inflado proclive a una manipulación de los votos. Dados los antecedentes por todos conocidos, el dato referido a 2019 debería ser visto como un claro indicio adicional de fraude electoral.
Esto nos dirige a la siguiente etapa de nuestro análisis, vale decir a la relación entre la población de 18 a 70 años de edad y los votos emitidos (o sea la suma de votos válidos más votos blancos y nulos). Aquí, lo que hemos encontrado, otra vez, es una marcada inconsistencia de la información por cuanto resulta muy difícil de creer que en 2019 el 96.5% de la población legalmente obligada a votar hubiera votado y que en 2020 ese porcentaje hubiera llegado a 92,4%, en comparación con el 85,8% en 2016, el 83,9% en 2015 y el 87,8% en 2014.
Cuadro 1
Bolivia: Población en edad de votar y padrón electoral
Fuentes: Instituto Nacional de Estadística (INE) y Órgano Electoral Plurinacional (OEP).
En el próximo nivel de nuestra investigación, encontramos otra cosa interesante. Ésta se refiere al hecho de que el porcentaje de votos válidos respecto a votos emitidos en 2015 fue significativamente menor (lo que se tradujo en un porcentaje de votos blancos y nulos mucho mayor) al resultado correspondiente a los demás años, en los que se registraron cifras similares. ¿Qué sucedió?
La explicación sería que, al tratarse de una elección sub-nacional, en 2015 hubiera resultado mucho más complicado manipular los datos porque en este tipo de eventos eleccionarios, donde existirían muchos más candidatos que en una típica elección presidencial o referéndum, se daría una especie de control de y seguimiento natural a los resultados de la votación. Esto dificultaría la activación de la maquinaria de manipulación de votos posiblemente instalada en la estructura del padrón a través de una bolsa de datos a la que se podría acceder para modificar los resultados electorales .
Por lo demás, la participación de las personas inscritas o habilitadas para votar en las diferentes elecciones, medida por el porcentaje de votos emitidos respecto del padrón muestra, de nuevo, resultados similares salvo en el caso de 2015 y, hasta cierto punto, en 2016. Nótese que el porcentaje de participación electoral de 2015 habría sido muy parecido al de la elección también sub-nacional de 2010. Asimismo, considerando sólo los resultados de las tres últimas elecciones nacionales (2014, 2019 y 2020), Bolivia aparecería como uno de los países con la mayor
participación electoral de Latinoamérica y el mundo , lo que llama la atención, dado el bajo nivel de desarrollo institucional del país.
El estudio anterior se complementaría con la examinación de una serie de indicadores exhibidos en el Cuadro 2, donde se evalúa la evolución de los resultados electorales de 2020 respecto de 2014, 2015 y 2016.
Cuadro 2
Bolivia: Evolución de los resultados electorales de 2020 respecto de 2014, 2015 y 2016
Fuentes: Instituto Nacional de Estadística (INE) y Órgano Electoral Plurinacional (OEP).
Una primera observación en el Cuadro 2 es que el padrón electoral habría crecido entre 2014, 2015 y 2016 y 2020 un 4 y 5% más que la población en edad de votar (incluyendo personas inscritas con más de 70 años de edad que no están obligadas a votar), lo que no tendría ninguna justificación válida. Nótese que el incremento del padrón entre 2020 y 2014 habría alcanzado a un millón de votantes con una variación porcentual de cerca del 18%.
Una segunda observación sería que los votos emitidos habrían aumentado en los mismos períodos entre 6 y 11% más que la población electoral de entre 18 y 70 años, destacándose de manera nítida el incremento registrado entre 2015 y 2020, lo que reforzaría la idea de un posible padrón inflado. Cabe aclarar que el incremento de los votos emitidos en 2020 respecto de 2015 habría llegado a 1,1 millones de votantes con una variación porcentual de 22%.
Una tercera observación, que va en la misma línea de las dos anteriores, es que los votos válidos crecieron un 10% más que los votos emitidos entre 2015 y 2020, reflejando en consecuencia un decrecimiento de los votos blancos y nulos del 58%. Conviene anotar asimismo que el incremento de los votos válidos en 2020 respecto de 2015 alcanzó a más de 1,4 millones de votos con una variación porcentual de 31%.
Todas estas observaciones generan muchas dudas respecto a la validez de los resultados electorales de 2020, planteando la necesidad de realizar cuanto antes una auditoría al padrón electoral boliviano.
Finalmente, en el Cuadro 3 se replica el análisis presentado en el Cuadro 2, aunque esta vez respecto del año 2019. Como se puede apreciar, este ejercicio no sólo refleja la similitud de los resultados de 2020 sino que también refuerza las conclusiones del informe final de la OEA en particular con relación a posibles acciones deliberadas dirigidas a manipular los datos e indicios acerca de la posibilidad de un “aumento masivo e inexplicable de los votos del MAS en el 5% final del cómputo” en las elecciones de 2019.
Cuadro 3
Bolivia: Evolución de los resultados electorales de 2019 respecto de 2014, 2015 y 2016
Fuentes: Instituto Nacional de Estadística (INE) y Órgano Electoral Plurinacional (OEP).
Al respecto, en la Figura 1 se muestra la distribución de edades en 150 recintos del MAS en las elecciones de 2019 versus datos ajustados del Padrón (según “query” solicitada al TSE en mayo de 2020 por un grupo de analistas y respondida por el órgano electoral en fecha 16 de junio de 2020) para efectos comparativos, donde se puede observar una marcada concentración de las edades entre 21 y 41 años, por encima de los datos provenientes del Padrón. Este hallazgo podría ser una indicación más de la existencia de esa posible “bolsa” de datos inflados en el Padrón presumiblemente utilizados para la manipulación de la información. El gráfico no deja de sorprender porque contempla edades de hasta 130 años en el Padrón y 125 años en los resultados de la votación de 2019. Todo este análisis debe ser tomado con cautela por cuanto se basa en un Padrón aparentemente distinto del que se usó en las elecciones de 2019 y 2020. En efecto, según el resultado de la “query” informática realizada por el mencionado grupo de analistas en mayo de 2020, el Padrón alcanzaba a 7.913.751, mientras que según el conteo oficial de 2019 y 2020 solamente llegó a 7.315.364 y 7.031.295, respectivamente. El TSE debería prepararse para explicar estas diferencias en la auditoría al Padrón.
Figura 1
Distribución de edades en recintos del MAS versus datos ajustados del Padrón
* Economista
La Paz, 7 de noviembre de 2020
3 Esta argumentación ha sido planteada por primera vez por Virginio Lema en el Bunker y Cabildo Digital.
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