Todo nuevo gobierno trae nueva esperanza en la apertura de caminos que, para ser fiel a sus promesas, debe iniciar y proseguir hacia la rectificación de las rutas sinuosas de sus predecesores, de las que esos gobiernos dieron lamentables evidencias. Por supuesto, esto no fue parte del discurso inaugural del nuevo presidente. Los discursos escuchados en la transmisión del mando del día ocho no dejaron de contradecirse. Algunas frases aludieron a la paz y la unidad, pero a la vez proclamaron rotundamente que no buscarán venganza sino justicia, aludiendo a las presuntas masacres de Senkata y Sacaba.
El gobierno del MAS, a un año de su dimisión, no encuentra la misma situación que encontró el año 2006 por el denominado “perdonazo” del Milenio y de otras condonaciones internacionales semejantes a favor del tercer mundo. Luego llegó la ola de los altos precios de las materias primas que inundó la economía del país durante el 2009 al 2017. En esa larga panacea el gobierno de Evo Morales recibió un crecido monto que nunca se había percibido desde la fundación de la República. Se calcula haber alcanzado unos cien mil millones de dólares más o menos. No obstante, ese gobierno no dudó en adquirir una deuda estimada en diez mil millones de dólares, con un crecimiento fabuloso de la deuda externa e interna.
Con semejante flujo de caja, la administración Morales-García Linera pudo distribuir bonos o cambiar el nombre de los existentes, e iniciar obras faraónicas pero carentes de los debidos estudios y análisis, construidas en lugares lejanos de los posibles mercados. Sin embargo, estas millonarias inversiones no previeron el cambio de la matriz productiva de la economía nacional, por lo cual ésta siguió siendo solamente extractiva. No se escuchó nada en el discurso de Luis Arce acerca del programa económico que llevaría a cabo, ni menos cómo lo implementaría.
La salud pública fue la más descuidada en los 14 años. A última hora se emprendió la construcción de infraestructura hospitalaria sin arribar a su terminación, menos aún esa administración pensó en el equipamiento, lo que impide su utilidad. Este ha sido y es uno de los contratiempos para enfrentar positivamente la pandemia del Covid 19 como le ocurrió al gobierno transitorio y como pudo ocurrirle a cualquier otro gobierno.
Entre los ofrecimientos de los nuevos gobernantes tenemos la no judicialización de la política, la libertad de prensa, etc., y en palabras del presidente Arce no faltó la unidad de los bolivianos y de hacer un gobierno para todos. Esto fue repitiendo a lo largo de la campaña electoral, incluso --dijo entonces-- que pensó en un gobierno de “unidad nacional”. Todas estas promeses solo serán realdad si se las cumple. El refrán popular considera que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Mucho es lo prometido y harto lo que se espera de los nuevos mandatarios.
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