La influencia de la sociedad y la cultura sobre el ser humano es estudiada desde tiempos memorables, así como también el debate entre la influencia ambiental versus la influencia genética en el momento de determinar enfermedades mentales. Hoy no caben dudas de que la cultura en la que se desarrolla un individuo desde su nacimiento hasta su muerte va a determinar en gran medida las verdades, los ideales, las creencias y los comportamientos que éste establezca a lo largo de su vida. Un claro ejemplo de la influencia cultural sobre el pensamiento del ser humano serían las metas u objetivos que busca el sujeto en una sociedad en específico y un tiempo en específico. Por ejemplo, si viajáramos en el tiempo al antiguo Egipto e intentáramos explicarle a un ciudadano medio qué es el consumismo, sería casi imposible hacer que éste entienda su concepto, ya que para esas personas en aquel momento histórico la vida se basaba mayormente en la búsqueda y satisfacción de las necesidades primarias propias y de su familia. Actualmente, en cambio, estas necesidades primarias en ocasiones son desplazadas o enmascaradas en la ilusión de necesidad ante el atiborramiento de información, publicidad y productos incensarios.
Siguiendo la línea anterior afirmaríamos que así como nuestra forma de relacionarnos e interactuar con el ambiente ha cambiado a lo largo del tiempo, también es necesario que se flexibilice o modifique la visión de la sociedad hacia estos cambios, y cuando esta flexibilidad o modificación de la visión social no sucede o no se facilita, podríamos entonces destacar que muchos de los tabúes y creencias culturales en las que se desenvuelve el ser humano actual, se vuelven factores de riesgo para la salud mental del mismo.
AISLAMIENTO
El primer comportamiento de un individuo generado debido al rechazo sistemático por parte de una sociedad inflexible y poco asertiva es el aislamiento social voluntario o forzado. Hablando así del rechazo social correspondiente a personas con diferentes trastornos mentales, donde en ocasiones los mismos familiares prefieren esconderlos o hasta abandonarlos, evitando así la vergüenza social que podría acarrear los comportamientos del enfermo. También podríamos estar haciendo referencia a personas rechazadas por su etnia, raza, orientación sexual, preferencias políticas o religiosas.
DESCONOCIMIENTO
El filósofo contemporáneo Michel Foucault en su libro “Historia de la locura en la época clásica I” relata cómo en los tiempos antiguos los “locos” eran excluidos de la sociedad, poniéndolos por fuera de las murallas o montándolos en barcos que viajaban a la deriva. Él expone como causa de estos comportamientos de exclusión extrema “el miedo” y “el desconocimiento”. Y es increíble como aún se puede evidenciar, luego de tantos años, este mismo miedo o desconocimiento en la sociedad actual, mediante frases tan simples como “El psicólogo es para los locos”. Una sociedad poco concientizada y educada en la importancia de la salud mental, es una sociedad que está descuidando la base principal de cualquier relación humana.
LA FAMILIA
La familia es el núcleo de la vida, es esa pequeña entidad que prepara al individuo desde su nacimiento para una correcta inserción social. Lamentablemente no existe manual o preparación alguna para los que cargan con esta importante tarea. En ocasiones se habitúa hacer referencia desde la psicología y la filosofía al daño que se hace “desde el amor”, evidenciando así algunos comportamientos de los padres hacia los hijos, donde refuerzan conductas desadaptativas. Por ejemplo, imaginemos un caso común donde un hijo presenta algún tipo de adicción, por un lado, uno de los padres mantiene una posición permisiva buscando siempre la forma de justificarlo, ya que “no es culpa de él” o simplemente a modo de evitar un conflicto directo. Por otro lado, un padre que muestra una posición ausente o autoritaria, no permitiendo así el diálogo o el acercamiento, lo cual lleva a que el hijo manipule al permisivo y evite al autoritario. Esta conducta deriva con el tiempo en problemas de pareja, afecciones graves debidas a la adicción, trastornos mentales, rasgos desadaptativos de la personalidad, problemas con la autoridad, etc. Sin embargo, estas dinámicas familiares desadaptativas son corregibles con la asistencia oportuna a un especialista de la salud mental, haciendo énfasis en la dinámica familiar y no en la conducta adictiva del hijo, ya que la idea no es dar al familiar para que se lo devuelvan “arreglado” sino que es importante que la familia pase por un proceso terapéutico, donde se comprometa y aprenda a corregir interacciones poco funcionales entre sus miembros y así poder cortar con los problemas ocasionados por éstas.
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