Madrid.- La invención de los relojes atómicos hace más de 50 años permite una medición del tiempo extremadamente precisa, pero hay otro patrón para medirlo, la rotación de la Tierra. Uno y otro no siempre están sincronizados, por eso de vez en cuando hay que añadir un segundo a un día, como esta Nochevieja.
El último minuto del 31 de diciembre tendrá 61 segundos para compensar las pequeñas variaciones en la duración del día que se van acumulando y producen un desfase entre el tiempo en el que se basan los relojes -atómico- y el período de rotación de la Tierra, que como recuerda Francisco Colomer, del Observatorio Astronómico Nacional (OAN-IGN), no dura 24 horas exactas; “es una aproximación”.
El segundo extra se añadirá en todo el mundo el último día del año a las 23:59:59 del Tiempo Universal Coordinado (UTC, por sus siglas en inglés). (EFE)