111 AÑOS DE HISTORIA

HISTORIA

EL PRIMER EDITORIAL
"La prensa hace luz en las tinieblas"

SUBEDITORIAL
"Sin amore nec odio".

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Escriba el nombre de la ciudad:

La prensa hace luz en las tinieblas

Esta es la columna vertebral del Decano de la Prensa Nacional, a la que se atendría en el transcurso de su vida, con algunos contrastes inherentes a la turbulenta vida política de nuestro país.

El primer editorial titulaba: "El Diario", y traslucía el pensamiento de Don José Carrasco T., de la siguiente manera:

"Cumple un deber social al presentarse ante la opinión pública, con el propósito de difundir la idea y de buscar la verdad. Ejercita un derecho al inaugurar su vida, amparado por la ley y la honradez de sus propósitos.

La prensa hace la luz en las tinieblas, y cuanto existe de progreso en el mundo, se debe a su inagotable labor.

Nuestro fin es amplio. Nuestra aspiración es ennoblecer el diarismo, discutir los problemas del país, favorecer su comercio, impulsar las industrias, predicar la paz entre los pueblos y la fraternidad entre los hombres.

El porvenir es de civilización; no es de odio, sino de unión; es preciso sustituir al ruido destructor de los cañones con la marcha progresista de las locomotoras.

El diarismo no es pujilato. Gutemberg no hizo una máquina para injuriar y fomentar la guerra; su ideal fue muy elevado: se dirigía a salvar las distancias y poner en comunicación a toda la humanidad para que viva en un perpetuo estado de paz.

No venimos a destruir a nadie, sino a vivir en lo bueno y verdadero y rectificando los desvíos.

No venimos a buscar preponderancias de ningún género, sino a luchar por la verdad y la justicia.

Independientes, absolutamente independientes, no tenemos fines políticos sino sociales. No aspiramos a otra cosa que a sostener con imparcialidad los verdaderos intereses nacionales.

Discutiremos con quien use ilustrada y decentemente la fuerza de la razón; y prescindiremos de los que se lancen a la injuria y traten asuntos que no conocen.

EL DIARIO entrega sus ideas al país y no es prisionero de ninguna secta.

Combatirá por los fueros de la verdad donde quiera se la encuentre.

Nace libre. Es bandera; no es pedestal, ni escala.

Todas las buenas ideas pueden contar con él; enemigo del personalismo, se batirá contra las preocupaciones, tomando el camino recto sin contemporizar con los grandes, ni apoyar injustas exigencias.

Amparará la tranquilidad de las familias, tan fácilmente perturbada, y defenderá el honor de cuantos justamente merezcan.

La agricultura, la minería, el comercio, las industrias, encontrarán fácil acceso en sus columnas, en interés general del gremio, sin inclinar la balanza a los monopolios.

La juventud tendrá un órgano donde ejercitar sus energías con su característica nobleza.

Los profesionales podrán discutir sus problemas. La clase militar tendrá campo vasto para manifestar los progresos que ha verificado.

Las autoridades tendrán las advertencias justas a los errores que son inherentes a la humana naturaleza, y también al amparo contra la calumnia y la injuria.

Los jueces serán estimulados y defendidos contra el interesado ataque de los litigantes y reflexionados en sus posibles descuidos.

La instrucción, tan deficiente en nuestro país, será objeto de estudios serios; y la sección de finanzas se tratará con la preferencia que merece en este período económico que se abre para Bolivia.

En fin, los diversos ramos de la actividad, abarcados por el vertiginoso movimiento del diarismo, serán atendidos por muchos y expertos escritores, que discutirán con altura, imparcialidad e intachable buena fe.

En una labor tan vasta, EL DIARIO tendrá momentos amargos, librará batallas continuas; pero no descenderá a recoger el insulto, que tampoco lo abatirá en ningún caso.

EL DIARIO, como propagandista, no busca el reposo; viene a luchar, pero noblemente, por hacer el bien posible.

La lucha del pujilato o los dimes y diretes entre colegas, no corresponden a los altos fines del diarismo. Es ese el desvío de la prensa, es su degeneración, la pérdida de su autoridad, su muerte.

Cuando en el curso de la vida periodística se encuentra con las flaquezas del prójimo, es preciso deprimirlas, pero no seguir la corriente. El león no devora al insecto, le aplasta.

No se puede prescindir de la política, y EL DIARIO ama la libertad, pero no la libertad de la injuria ni del crimen, sino aquella que establece el respeto del derecho de todos en el desenvolvimiento de la sociedad.

EL DIARIO ama la patria encima de los partidos y por ella, por sus intereses bien entendidos, sacrificará vida, reposo y cualquier otra situación.

EL DIARIO pide a sus conciudadanos benévola acogida, amparo mutuo en la obra del bien, cohesión para buscar la justicia y el cumplimiento del deber.

Con estos ideales y confiando en la bondad de sus propósitos, piensa vivir eternamente, y, desde luego, asegura a sus abonados la mayor puntualidad en su servicio".

Subeditorial

"Sine amore nec odio"

Con ese título se publicaba una columna, que se la podría considerar como el subeditorial de este periódico. Señalaba:

"Entre las grandes conquistas a que puede aspirar una sociedad civilizada, noble y digna sin duda, la que va encaminada a traducir con exactitud y firmeza, las más ligeras como las más últimas palpitaciones del organismo social. Y esa es la misión de la prensa, del claro espejo que debería reflejar con exactitud fotográfica, no sólo las grandes corrientes que agitan y conmueven a la opinión pública, sino hasta los más íntimos estremecimientos de la vida de un pueblo civilizado.

Y en política, más que en ninguna otra manifestación social, es la prensa factor poderoso y principal, es eco fiel que reproduce el pensamiento que mueve los actos de un pueblo, las intenciones de los partidos, las virtudes y vicios de los hombres.

He aquí porqué, en el modesto pero inflexible programa que nos hemos trazado al dar impulso de vida a EL DIARIO, tiene también cabida el tema político, que para nosotros significa el más delicado, quizá el más peligroso tópico, a cuyo perfeccionamiento y pureza tiende, en su misión, la prensa civilizada. Consideraremos los actos políticos que puedan influir directa o indirectamente en la marcha de nuestras instituciones públicas, pero habremos de hacerlo siempre, con independencia absoluta y procediendo conforme a los dictados de un criterio, sino ilustrado y exento de error, al menos sano y honrado.

Sine amore nec odio. No impulsará nuestras plumas el indigno afán de soplar el carbón del incensario, ni el bajo deseo de atacar al adversario esgrimiendo las armas enlodadas por iras de pasión. NO !Lucharemos en terreno firme y franco, no allí, donde la intemperancia y la rudeza germinan como plantas venenosas y parásitas.

Soldados de la libertad y del progreso, encaminamos nuestra labor a la consecusión del ideal que anhela todo corazón honrado y patriota: la felicidad de la Patria¡- Y juzgamos sinceramente que para alcanzar ese ideal, no poco puede influir la prensa encargada de difundir la luz en los cerebros sanos y la verdad en los corazones honrados. La ignorancia es siempre esclavitud o anarquía; la ilustración es luz y la luz es libertad, orden y progreso!.

La misma libertad, como todas las instituciones que a su sombra nacen, suele ser un peligro allí donde la ignorancia tiende su oscuro velo sobre las inteligencias y las voluntades. Para ser libre, es necesario saber por qué se debe serlo.

Ese es el campo que la civilización señala hoy a la prensa: sacar a las masas de la ignorancia, ilustrarlas, no exacerbarlas, dirigirlas, no extraviarlas, enseñarles sus derechos, y mostrarles sus deberes¡. Y todo ello: sine amore nec odio".


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