111 AÑOS DE HISTORIA

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"La prensa hace luz en las tinieblas"

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FUNDACIÓN DE EL DIARIO

La ciudad de La Paz, en 1904, y de acuerdo al Censo de 1900, contaba con una población de 62.000 habitantes, cuando el 5 de abril de ese año, irrumpe en sus calles un nuevo órgano de prensa, de tamaño tabloide y con características diferentes a sus contemporáneos.

Proféticamente señalaba: "La prensa hace luz en las tinieblas, y cuanto existe de progreso en el mundo, se debe a su inagotable labor".

Afirmaba: "El diarismo no es el pugilato. Gutemberg no hizo una máquina para injuriar y fomentar la guerra; su ideal fue muy elevado: se dirigía a salvar las distancias y poner en comunicación a toda la humanidad para que viva en un perpetuo estado de paz".

Se trataba de EL DIARIO, que dirigido por don José Carrasco Torrico, salía como un nuevo defensor de las libertades y de la democracia, lucha que continuaría sin descanso y con bríos, siempre siguiendo la línea y las enseñanzas del fundador, quien afirmaba que su creación estaba destinada a "difundir la idea y buscar la verdad".

La fundación de este matutino, que hasta su número 7 fue vespertino, se realizó en la casa No. 5 de la calle Illimani, solar en el que actualmente se encuentra el moderno edificio del Congreso Nacional, contando con un teléfono que tenía el número 185.

La sociedad estuvo compuesta por don José Carrasco Torrico, Benedicto Goytia y Chacón, quienes afirmaban en el primer número: "cada periódico es una división, cada escritor un soldado y cada anunciador es una pieza de artillería, en el ejército de la civilización", invitando de esta forma a que el público lector, las casas comerciales (pocas por cierto en la época), insertaran avisos en el naciente órgano de prensa, para enfatizar en otra parte: "el individuo que no apoya con su suscripción a la prensa de su Patria, y se queja del atraso de su pueblo, su país y su raza, carece del atributo esencial de un ser racional", hecho que aún continúa ocurriendo en la actualidad.

PERSONAL

El periódico también tuvo a otros actores en sus primeros pasos, y al margen de su Director, Benigno Lara ejercía las funciones de Sub-Director, mientras que don Eduardo Diez de Medina era el Redactor; César A. Silva, Administrador; Walter Carvajal y Tomás Manuel Elío, cronistas; Luis Espinoza y Saravia, redactor de telegramas y corrector de pruebas, además del personal del taller que hacía posible que EL DIARIO estuviese en las calles y en las casas de los habitantes paceños y del interior y exterior de la República.

TALLER

El taller estaba conformado por cuatro cajistas, dos armadores, un propulsor de la prensa, un prensista, un ayudante y cuatro compaginadores. La primera prensa de EL DIARIO, fue una plana de marca Marinoni, impulsada manualmente, por medio de una rueda con manubrio, por un obrero familiarmente llamado Pastor, al que de vez en cuando ayudaba la sobrina del Director, doña Honorina Carrasco.

La imprenta que se poseía entonces consistía en cajas de tipo suelto, además de la mencionada prensa, que tenía que imprimir forzosamente de un lado y otro cada vez, llegando su velocidad a un má-ximo de 80 revoluciones por hora, que dividido entre dos, hacía un total de 40 ejemplares por hora de solamente 8 páginas.

ADMINISTRACION

La administración contaba con sus ejecutivos y un cajero. Para la venta existía un contratista que distribuía los ejemplares a los vendedores callejeros y sus suscriptores, que en principio no eran muchos por cierto, pero que gracias a la tenacidad y peculio de don José Carrasco, que semanalmente firmaba un cheque para cancelar sueldos y otros, logró ganar la confianza del público, hasta convertirse en uno de los órganos más respetados de Bolivia y posteriormente del continente.

De acuerdo al relato de su desaparecido Director, don Jorge Carrasco Villalobos, en esa época solamente ganaba sueldo el personal de talleres y el administrativo, no así el de redacción, que trabajaba por vocación y entusiasmo, pero que más tarde daría lustre a las letras bolivianas.

TRINCHERA

Don Vicente Mendoza López señala que "la aparición de EL DIARIO, en el cuadro cíclico de la vida boliviana, fundamentó la trinchera del liberalismo para atacar desde ella y vencer la capciosa vacilación de los tímidos y el doble juego de los doctores incidentistas que se habían agrupado desde la primera hora de la revolución, para destruir, como opositores, su propia obra.

En 1904 -añade- el general Pando se alejó de un escenario político lleno de complicaciones. Los puritanos que en ninguna hora revolucionaria faltan, constituyeron el bloque de escisión personalista, mezclando en sus campañas preocupaciones regionales y la ortodoxia de teorías escolásticas. Mas la inflexible señal del caudillo que desde las primeras horas demostrara Montes, dividió al liberalismo en dos fracciones, quedando Carrasco al frente de todo, como infatigable campeón de la lucha democrática".

Sin duda alguna la personalidad de don José Carrasco era suficiente para dar aliento a la nueva empresa que ingresaba a la vida boliviana, no solamente como una "trinchera del liberalismo", sino como una trinchera de la Patria, a lo que habría de defender aún a costa de muchos sacrificios.


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